Porque la felicidad es esto: saber lo que hay después a párpados cerrados. Al fin y al cabo, pactamos viajes como recovecos de un conjuro inclaudicable. Y en los ojos, una gotita se desliza para corroborar que la vida no se quiere en vano. Atentos a las ficciones cotidianas, al beso que relentiza el cielo, y lo acerca, como cosmogonía intacta de los deseos compartidos. Yo te miro y vos, palpitas tu mejor truco. Yo no sé si pueda amar así otra vez, pero sé que no quiero, porque con vos me basta. Y el destino ya nos escribiò, los bordes de esta historia irrepetible.
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