Prometí que no lo volvería a hacer, que no volvería a enamorarme. Prometí no volver a pensar en él las 24 horas del día, prometí no ponerme nerviosa cada vez que le viera, que de cuatro palabras que dijera tres no me recordaran a él y la cuarta fuera su nombre. Prometí no mirarlo mientras él no me viera. Prometí no emocionarme cuando él me mirara pensando que yo no me daba cuenta. Prometí, prometí y prometí, y todas mis promesas se rompieron.
¿El motivo? Apareciste TÚ!
Lo volvi a hacer, me volví a enamorar.
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